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samedi, février 22, 2014

Las pasiones

la pasión, nubla la vista. Hay una pasión por tratar de entender qué está pasando aquí, cómo es posible que las manifestaciones terminen en tanta violencia. Ayer salí a hacer compras por Las mercedes, salgo todos los días, pero no precisamente a comprar, todo parecía haber vuelto a la normalidad, pero es imposible saber cuánto durará. Hay algo que hay que tener en cuenta: escribir, comprometerse en la política, nos confrontará siempre con nuestros límites, con los límites que tenemos para comprender. Hay palabras que no son oídas, la de los pobres, por ejemplo. Hay un prestigio que da el dinero y que no se pone en duda. ¿Qué necesidad tendría el gobierno de Venezuela en suicidarse con el empleo de la violencia como dice la oposición? Los bolivarianos son pacíficos. Eso no impide que no haya gente violenta. Pero, de ahí a tomar la parte por el todo, es absurdo. La oposición vive con la idea de que le robaron las elecciones, como si no existiese un gobierno y como si ellos hubiesen estado esperando el momento de recuperarlo. Es casi imposible creerles que no están, o al menos un sector, detrás de un intento de golpe. Discernir con claridad en estos casos, no es fácil. Yo le tengo pánico a la violencia, a la física, pero también a la verbal, y a aquella que se teje con imágenes.
Dos marchas están previstas hoy. Y la tensión sigue, menos dominante, pero sigue. Los sectores del este permanecen revueltos, con estos jóvenes extraños que no dejan de quemar llantas, causar destrozos y que siembran el caos. En los otros sectores de la ciudad, no han habido mayores disturbios. En el sur-oeste, que es donde estoy, las cosas son calmas, casi no hay piquetes, salvo concentraciones de gente.
Necesito dejar de ver imágenes. He estado muy involucrada, tratando de hacer circular la información que no llega a otros países, tratando de observar, analizar, todo eso bajo una presión fuerte.
Pensaba ir a ver la marcha de mujeres por la paz, pero no sé si podré. Me hice la pregunta esta mañana, ¿por qué estamos obligadas muchas veces a opinar? Tal vez porque cuando estás en medio de calumnias, la necesidad por restablecer un mínimo de relación con la realidad, se impone. Hay una relación entre le lenguaje y la realidad, aunque  siempre contenga una ficción. Cada versión está encerrada en lo que podemos ver, es por ello que me dan pánico los discursos totalizantes y radicales, prefiero a la gente que duda y se detiene a observar. ¿Qué hacer cuando una situación te obliga opinar, a pensar? A veces eso se impone, y es allí donde tenemos que aceptar que no siempre podemos dar respuestas vagado tímidas, que tenemos que hablar. Retratar las cosas es ya una manera de implicarse.
Durante el desayuno conversamos con Olivier, hay tanta información contradictoria que es un rompecabezas. Ambos sectores están convencidos que detentan la verdad. Por eso, el diálogo parece imposible, aunque ayer vi imágenes de jóvenes dirigentes estudiantiles que se sentaban a hablar a gritos. Al menos estaban sentados frente a frente. Espera entonces..

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